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22

ene

2016

Quiero hacer crecer mi negocio: ¿de verdad?

Reflexión sobre algunas malas prácticas de las pequeñas empresas que les lleva a no mejorar su competitividad y a erosionar poco a poco la motivación de su personal.

A veces me planteo si las pequeñas empresas de este país, que son muchas, quieren de verdad hacer crecer y prosperar su negocio o simplemente entran en una rueda en la que solo aspiran a sobrevivir sin más. Tengo esta impresión  porque en demasiadas ocasiones veo comportamientos, actitudes y prácticas que van en contra de toda la racionalidad y de todo lo que te enseñan en la universidad que es necesario hacer para que las empresas prosperen.

Comenzamos por ejemplo con el tema de la tecnología. A estas alturas todavía hay empresas que usan software desactualizado o lo que es peor, pirata. Esto lleva a que todo el potencial de estos programas informáticos sea infrautilizado, haciendo que determinadas tareas nos lleven el doble o el triple de tiempo. El no estar con los avances de la tecnología es sin duda una pérdida de competitividad que puede costar cara en tiempo y dinero. Se puede creer que no actualizar los equipos o el software puede llevarnos a ahorrar dinero, pero es todo lo contrario, a largo plazo es una práctica desastrosa con la consiguiente falta de motivación por parte del personal.

La falta de división entre lo personal y el negocio que tan habitualmente se ve, es una muestra de la falta de profesionalidad y que a la larga repercutirá en los resultados de la empresa o del negocio. Para conocer la marcha real del negocio es fundamental la separación entre lo personal y profesional. Por otro lado, si se trata de una empresa familiar es normal que haya puestos ocupados por familiares, pero hay que tratar de asegurarse de que son aptos para desempeñarlos.

La comunicación, o la falta de ella,  en las empresas es algo que también incide indirectamente en nuestra competitividad en cuanto que puede ayudar a mejorar las relaciones con los trabajadores. Hay empresas en las que no es clara la política de vacaciones y permisos, o no se informa a los trabajadores de lo que se espera de ellos, planteándoles metas y objetivos a alcanzar, y muchísimo menos, se les informa de la marcha del negocio. Queremos que nuestros trabajadores se comprometan con nuestras empresas pero para ello es necesario que se les haga sentir parte de ellas haciéndoles partícipes. Aquí entra en juego el miedo de los gestores a ser cuestionados y la falsa creencia de que la información es poder. Muchos pensando en la misma dirección de mejora es siempre mejor que unos pocos.

Otro punto relacionado con los empleados es la formación de estos. Al ritmo que hoy en día cambia nuestro entorno se hace necesario estar informado y formado. Es obligación de los titulares de las empresas ayudar a que sus empleados estén al día en sus áreas de responsabilidad. Además de las ventajas de tener un personal formado, que a nadie se les escapa, se conseguirá una mejora en la motivación de los trabajadores. Los planes de formación brillan por su ausencia y como mucho se limitan a consumir los créditos de la fundación tripartita.

La mejora de procesos como cultura de empresa es otra cosa que en ocasiones se echa en falta en las pequeñas empresas. La falta de comunicación entre departamentos y el desconocimiento de lo que unos y otros realizan hace que se realicen las tareas por separado e incluso se dupliquen.

Todo lo anterior nos lleva a un personal desmotivado sin interés por su trabajo. A todo ello habría que añadir otras prácticas que van desde no reconocerles los méritos, hasta otras más abusivas como pueden ser, no cotizar por ellos o no conceder los permisos pertinentes etc. Todo hace que el trabajo de estos se vea resentido repercutiendo una vez más en la competitividad de la empresa. A la larga tendremos una rotación de personal elevada que no hará más que socavar poco a poco el rendimiento de nuestro negocio.

Estas son sólo algunas de las malas prácticas que hacen que se gestionen las empresas con una visión pequeña. Que se sea una pequeña empresa no quiere decir que no podamos tener una actitud de gran empresa con comportamientos que redunden en la mejora de nuestra competitividad y que en la mayoría de las ocasiones no son tan caros como se pueda suponer. Es sólo cuestión de actitud, de querer mejorar.

Seguro que vosotros conocéis otros comportamientos que hacen que las empresas no prosperen, cuéntanos cuáles.

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